En 1937, en plena Guerra Civil Española, el gobierno de la República participó en la Exposition internationale des arts et techniques dans la vie moderne, conocida popularmente como la Exposición Internacional de París de 1937. La guerra civil que se estaba viviendo en España supuso un cambio en la concepción del proyecto, inicialmente dirigido a la exaltación de los avances técnicos de los diferentes países, y el Pabellón español se acabó convirtiendo en un testigo de la trágica situación política del país : "El carácter que debe tener la Sección Española de la Exposición (...) puede y debe representar el momento presente y el esfuerzo maravilloso del pueblo español por defender su independencia y la causa de la paz en el mundo".



El edificio adquirió una finalidad básicamente cultural y de propaganda para hacer saber al mundo la situación que se estaba viviendo en España, definir con precisión los objetivos del gobierno y remarcar la lucha heroica del pueblo español. Así, en el interior (y en la fachada que actuaba a modo de gigantesco panel exhibidor), se expusieron durante pocas semanas carteles, fotografías, fotomontajes, proclamas, paneles informativos, así como obras de arte y de artesanía, enviadas directamente desde España por los gobiernos central y autonómico y varios sindicatos. Gran parte de las obras expuestas pretendían proclamar a la opinión pública la situación en que se encontraba España antes y después de la República, así como la situación de guerra.